jueves, 28 de abril de 2011

Permisividad o autoritarismo con nuestros hijos, ¿dónde está el límite?

  1. Logo de presentación de la Parroquia.
  2. Presentación título del taller

3. “La manera más segura de hacerle las cosas difíciles a nuestros hijos mañana, es facilitándoselas hoy.” Eleanor Roosevelt. Análisis de la frase. ¿Cómo asumen los asistentes la frase, están de acuerdo o no?
Debemos preparar los hijos para el camino, no el camino para los hijos. JESUS
Escuelas de liderazgo. CARECER

4. Permisividad. Los padres debemos decirles a nuestros hijos lo que está bien y lo que está mal. Esta es nuestra obligación al formar, al orientar, al inculcar valores, al trasladar y compartir experiencias, sólo después de hacerlo éllos mismos podrán analizar y decidir.

Somos los padres quienes formamos y enseñamos a vivir la vida

Asumir la responsabilidad. Debemos abandonar el miedo al mito de la frustración de nuestros hijos. Si se para sobre el sofá o bota las cosas al piso con rabia, es nuestro deber hacerle entender que ese tipo de conductas deben corregirse y no son aceptables. Corregir es una de las más importantes muestras de amor a nuestros hijos de demostrarles que nos importan. Citar Proverbios sobre el tema.

Exigirles en el estudio, en la casa, imponer obligaciones. Recordar que tienen derechos, pero también deberes y responsabilidades. Hacerles entender el esfuerzo que significa darles lo que necesitan o piden.
Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos. Es la primera condición sin la cual podemos dar muchos palos de ciego. Estos objetivos han de ser pocos, formulados y compartidos por la pareja, de tal manera que los dos se sientan comprometidos con el fin que persiguen. Requieren tiempo de comentario, incluso, a veces, papel y lápiz para precisarlos y no olvidarlos. Además deben revisarse si sospechamos que los hemos olvidado o ya se han quedado desfasados por la edad del niño o las circunstancias familiares.
ENSEÑAR LIDERZGO, CONTROL Y PODER. No hay nadie más poderoso que el que es capaz de gobernarse así mismo.
5. El autoritarismo. Es el otro extremo del mismo palo que la permisividad. Es intentar que el niño/a haga todo lo que el padre quiere anulándole su personalidad. El autoritarismo sólo persigue la obediencia por la obediencia. Su objetivo no es una persona equilibrada y con capacidad de autodominio, sino hacer una persona sumisa, esclavo sin iniciativa, que haga todo lo que dice el adulto. Es tan negativo para la educación como la permisividad.
Enseñar con claridad cosas concretas. Al niño no le vale decir "sé bueno", "pórtate bien" o "come bien". Estas instrucciones generales no le dicen nada. Lo que sí le vale es darle con cariño instrucciones concretas de cómo se coge el tenedor y el cuchillo, por ejemplo. Tampoco “ten cuidado con embarazarte”, debe explicársele cómo puede evitarlo.
6. Los hijos necesitan referentes, límites y disciplina para crecer seguros y felices. En toda sociedad hay reglas que cumplir, límites y fronteras que sabemos que no podemos violar. Cuando en nuestros hogares no implantamos regalas claras los hijos toman actuarán sin norte seguro y el caos reinará pronto en la familia. Reglas con respeto y amor.
Exijamos no esperemos que un juez lo haga.
7. Ceder después de decir no. Nunca se puede negociar el NO. Es el error más frecuente y que más daño hace a los niños. Cuando vayamos a decir no a nuestros hijos, pensémoslo muy bien, porque no debe haber marcha atrás. Si usted le ha dicho a su hijo que hoy no verá la televisión, porque ayer estuvo más tiempo del que debía y no hizo los deberes, su hijo no puede ver la televisión aunque le pida de rodillas y por favor, con cara suplicante, llena de pena, otra oportunidad. Hay niños tan entrenados en esta parodia que podrían enseñar mucho a las estrellas del cine y del teatro.
En cambio, el sí, sí se puede negociar. Si usted piensa que el niño puede ver la televisión esa tarde, negocie con él qué programa y cuanto rato.
No negociar. No negociar nunca implica rigidez e inflexibilidad. Supone autoritarismo y abuso de poder, y por lo tanto incomunicación. Un camino ideal para que en la adolescencia se rompa las relaciones entre los padres y los hijos.
8. Falta de coherencia de los padres, una misma autoridad. Las reacciones del padre/madre han de ser siempre dentro de una misma línea ante los mismos hechos. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la importancia que se da a los hechos. Si hoy está mal rayar en la pared, mañana, también.
Igualmente es fundamental la coherencia entre el padre y la madre. Si el padre le dice a su hijo que se ha de comer con los cubiertos, la madre le ha de apoyar, y viceversa. No debe caer en la trampa de: "Déjalo que coma como quiera, lo importante es que coma".
Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio. Sin coherencia entre las palabras y los hechos, jamás conseguiremos nada de los hijos. Antes, al contrario, les confundiremos y les defraudaremos. Un padre no puede pedir a su hijo que haga la cama si él no la hace nunca.
9. Gritar. Perder el control. Perder los estribos supone un abuso de la fuerza que conlleva una humillación y un deterioro de la autoestima para el niño. Además, a todo se acostumbra el niño, a los gritos, por ejemplo a los que cada vez hace menos caso: Perro que ladra no muerde. Gritar conlleva un gran peligro inherente. Cuando los gritos no dan resultado, la ira del adulto puede pasar fácilmente al insulto, la humillación e incluso los malos tratos psíquicos y físicos, lo cual es muy grave. Nunca debemos llegar a este extremo. Si los padres se sienten desbordados, deben pedir ayuda: tutores, psicólogos, escuelas de padres...
10. No cumplir las promesas ni las amenazas. El niño aprende muy pronto que cuanto más promete o amenaza un padre/madre menos cumple lo que dicen. Cada promesa o amenaza no cumplida es una pérdida inevitable de autoridad que difícilmente se recupera. Las promesas y amenazas deber ser realistas, es decir fáciles de aplicar y cumplir. Un día sin tele o sin salir, es posible. Un mes es imposible.
Nosotros lo aprendimos con el tiempo, ahora imponemos castigos que se pueden cumplir, ahora es “hasta nueva orden”.
Confiar en nuestro hijo. La confianza es una de las palabras clave. La autoridad positiva supone que el niño tenga confianza en los padres. Es muy difícil que esto ocurra si el padre no da ejemplo de confianza en el hijo.
11. No escuchar. Es nuestra obligación escuchar a nuestros hijos, prestarles toda la tención posible. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no han escuchado nunca a sus hijos. Los han juzgado, evaluado y les han dicho lo que habían de hacer, pero escuchar... nunca.
12. Poca paciencia, Exigir éxitos inmediatos. Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. Querrían que fueran los mejores... ¡ya!. Con los hijos olvidan que nadie ha nacido aprendido. Y todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondientes errores. Esto que admiten en los demás no pueden soportarlo cuando se trata de sus hijos, en los que sólo ven las cosas negativas y que, lógicamente, "para que el niño aprenda" se las repiten una y otra vez.
Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y pasando por alto lo que hace mal. Pensemos que lo que le sale mal no es por fastidiarnos, sino porque está en proceso de aprendizaje. Al niño, como al adulto, le encanta tener éxito y que se lo reconozcan.
13. Cuando el diálogo es asumido como debilidad o falta de autoridad. No hay acción. Todo se dialoga, nada se impone con responsabilidad y respeto, los hijos entienden que sus actos no tendrán consecuencias y actúan con esa convicción, esto los hace irresponsables e irrespetuosos. El diálogo es muy importante pero también hay que hacer valer la autoridad.
Actuar y huir de los discursos. Una vez que el niño tiene claro cual ha de ser su actuación, es contraproducente invertir el tiempo en discursos para convencerlo. Los sermones tienen un valor de efectividad igual a 0. Una vez que el niño ya sabe qué ha de hacer, y no lo hace, actúe consecuentemente y aumentará su autoridad.
14. Afirman en el ejército: “Las órdenes se cumplen o la milicia se acaba”
La vida es una lucha permanente por lograr cosas, por el éxito, por el dinero… que tan responsables estamos siendo al exigir. ¿Estarían preparados nuestros hijos para enfrentar la vida con algo de éxito si faltáramos hoy?
Hoy nos tienen pero mañana tan sólo estarán consigo mismos.
15. Nuestros hijos deben conocer con claridad hasta dónde pueden llegar, qué les está permitido para no caer en errores de cálculo. El permitirles hacer lo que quieran no garantiza el libre desarrollo de la personalidad, es el camino más corto a la pérdida de autoridad por parte de los padres y de dominio de sí mismos de los hijos.
Los límites no recortan nada, pero sí nos permiten diferenciar entre lo real y la fantasía, entre lo bueno y lo malo, entre lo permitido y lo prohibido, entre nuestros derechos y los derechos de los demás. Permitir todo es crear ególatras egoístas que se creen merecedores de todo y obligados a nada.
Existe una clara libertad al buscar nuestra felicidad, el derecho del otro también a ser feliz.
Este es un tema de formación que no podemos dejar en manos de los profesores y colegios.
Los límites educan por que la vida real está llena de límites, no podemos hacer lo que nos de la gana. No somos todopoderosos, no podemos pasar por encima de los otros, tarde o temprano la justicia nos lo cobra y somete.
Preguntas para dialogar:
  1. ¿Cómo podríamos calificar la formación que damos a nuestros hijos: permisiva o autoritaria?
  2. De acuerdo con mi actuación como padre/madre, ¿considero que estoy siendo responsable con la formación que doy a mis hijos?
  3. ¿Qué cambios consideramos debemos hacer frente a la formación que damos a nuestros hijos y a la relación que estamos construyendo con ellos?
  4. ¿Somos un buen ejemplo para nuestros hijos?, ¿En qué podemos evidenciarlo?
  5. ¿Tenemos objetivos claros en cuanto a la formación de nuestros hijos?, ¿cuál creo que será el resultado futuro si continuamos actuando como lo hacemos?
  6. ¿Qué actuaciones debemos cambiar (papá y mamá) para lograr mejores resultados en los objetivos que nos hemos trazado frente a la formación de nuestros hijos?

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